Alzo una rosa, y grito a cuantas aves
el cielo colorean de nidos y de cantos.
En el suelo golpeo la orden que decide
la unión de los demonios y los santos.
Alzo una rosa, un cuerpo y un destino
contra la fría noche que se atreve.
Y con savia de rosa y con mi sangre
perennidad construyo en vida breve.
Alzo una rosa, y dejo, y abandono
cuando me duele de penas y de asombros.
Alzo una rosa, sí, y oigo la vida
en el cantar de las aves en mis hombros.
JOSÉ SARAMAGO